miércoles, 23 de junio de 2010

Una mina que devoró 77 corazones

A Leidy le duele el corazón. Con lágrimas y la voz entrecortada, cuenta que tenía planeado viajar el fin de semana, desde Toledo hasta Amagá, para celebrar el día del padre y pasar vacaciones en su casa, aquella donde lo tenía todo y que tuvo que dejar hace un tiempo por cuestiones de trabajo.

Pero sin planearlo, su viaje se adelantó, y no precisamente para celebrar. El jueves de la semana pasada se enteró de que su padre, Eugenio Antonio Usma, era una de las víctimas de la explosión en la mina San Fernando, donde trabajaba desde hacía 14
años.

“Yo estaba esperando que llegara el fin de semana para poder compartir con mi familia, estaba pensando en la felicidad de estar todos completicos”, cuenta Leidy. El recorrido hasta donde se enfrentaría con la realidad fue largo, pero no tanto como la espera que tuvo que aguantar para que rescataran a su padre de las entrañas de ese socavón, ese que sin avisar se llevó los sueños de 77 mineros y con ellos, los de sus familias. Fueron 72 horas de incertidumbre durante las que la tristeza le devoró el corazón.

En los 14 años que llevaba en San Fernando, don Eugenio Antonio nunca había trabajado en el turno de la noche y por cuestiones de la vida, el miércoles le tocó, igual que a otros compañeros, cubrir el horario en el que extraerían el último carbón de sus vidas. “Mi papá decía que allá hacía un calor exagerado y que eso no era normal. Además, contaba que no era tan moderna como decían. Incluso, siempre le preocupó que solo tenía una entrada
de ingreso y de salida y que no hubieran detectores de gas”, añadió Leidy.

Las lágrimas reflejan la magnitud de su dolor, pero trata de ser fuerte y de asumir, aunque le parezca difícil, que no volverá a ver a su papá. Sabe que ya se lo tragó la mina, como él lo presentía.